Hoy estuvimos Raquel, Pablo y yo en el Ejido Los Corchos, al lado de Boca de Camichín donde el mar y el estero se encuentran en un juego de corrientes. Fue un día de esos densos, con mucho trabajo de entrevistas con la gente de por allí, pero para terminar, nos dimos un homenaje y salimos con Julio Mata, pescador de Los Corchos a ver si encontrábamos pelicano blanco, una de las especies migratorias que ya está empezando a llegar.
Después de casi dos horas en lancha por el mangle buscando sin éxito decidimos regresar, pues era tarde y anochecía. Y de pronto, como tantas otras veces en el campo, la magia sucedió. El regreso aburrido y frustrante por no haber visto nada se convirtió de pronto en un espectáculo de vida silvestre protagonizado por águilas pescadoras, espátulas rosadas y delfines pescando robalos en medio del estero. Una tarde de esas en las que todo sucede de golpe, no das abasto y las cámaras echan humo. Este águila pescadora abandona su posadero en la última luz y me hace reflexionar en todas las veces que he aguantado un poquito más para ver si suceden las cosas…